Tanto los sistemas de refrigeración como de calefacción permitir alcanzar una temperatura idónea en casa, aunque esta va a variar dependiendo de la época del año en que se esté, pero también de factores como lo frioleras o calurosas que sean las personas que habitan en ella, la humedad ambiental o la actividad que se esté realizando.

Se considera temperatura de confort aquella en la que no se experimenta sensación de frío ni de calor. En invierno, cuando la temperatura ambiental es más baja, la temperatura idónea del hogar debe permitir estar cómodo en casa con la misma ropa que se usa en la calle, pero sin el abrigo y los accesorios como guantes, bufanda o gorro.

En condiciones normales en invierno la temperatura de confort se sitúa entre los 18ºC y 21ºC durante el día mientras que es recomendable que durante la noche descienda hasta los 15ºC a 17ºC, con una humedad ambiental relativa entre el 40% y 50%. En cambio, la temperatura idónea para personas con salud delicada, ancianos o bebés debe oscilar entre los 22ºC y 24ºC durante el día y entre los 18ºC y 20ºC por la noche.

Una temperatura y humedad del hogar inadecuadas llevan a la falta de confort térmico y pueden ocasionar problemas para la salud. La temperatura por encima de la recomendada como de confort, además de incrementar el consumo energético, lleva a resecar el aire y puede causar deshidratación, sequedad de piel y mucosas, favorecer la aparición de infecciones o problemas respiratorios, empeorar las alergias, causar dolor de cabeza y problemas de sueño. Asimismo, una temperatura menor de la recomendada está asociado con el desarrollo de patologías respiratorias como el asma, enfermedades reumáticas, artritis o problemas de salud mental como la depresión o la ansiedad.

Mantener una temperatura adecuada en el hogar es esencial para tener salud tanto física como mental.