Se considera una hemorragia cualquier salida de sangre de sus cauces habituales debido a la rotura de uno o varios vasos sanguíneos como venas, arterias o capilares. Las hemorragias se pueden clasificar según el tipo de vaso (capilares, arteriales o venosas) y la localización final de la sangre (externas, internas y exteriorizadas).

Las hemorragias capilares son superficiales, se cierran por si mismas y suelen formar hematomas. En las hemorragias venosas la sangre suele ser roja oscura, mientras que en las arteriales hay una salida abundante e intermitente de sangre roja brillante. Las hemorragias venosas suelen ser más fáciles de controlar que las arteriales.

Hablamos de hemorragia externa cuando la sangre sale al exterior del organismo a través de una herida, mientras que es interna si la hemorragia se produce en el interior del organismo y la sangre no sale al exterior. Cuando la hemorragia es interna, pero sale a través de un orificio corporal como la nariz, el oído, la boca, el ano o los genitales es una hemorragia exteriorizada.

Ante una hemorragia externa, en primer lugar, es importante mantener la calma y tranquilizar al accidentado. Es recomendable que la persona se siente en una silla o se tumbe en el suelo y evitar así un posible desvanecimiento. Para detener la hemorragia se debe aplicar presión directa sobre la herida utilizando un apósito limpio. Si la herida se ha producido en una extremidad se debe elevar a una altura superior a la del corazón. Una vez transcurridos diez minutos se debe aliviar la presión sin quitar el apósito, y si la hemorragia se ha interrumpido se puede vendar la herida. Si la hemorragia no se detiene se debe continuar comprimiendo la herida o hacer presión sobre la arteria principal correspondiente, y pedir ayuda médica o acudir a un servicio de urgencias.

Cuando hay una hemorragia interna se debe cubrir a la víctima para evitar la pérdida de calor, mantenerla tumbada y con las piernas elevadas si es posible, y solicitar ayuda médica y traslado urgente a un centro sanitario.

En el caso de una hemorragia exteriorizada en la nariz se debe detener efectuando presión directa sobre las fosas nasales durante al menos cinco minutos. Si la hemorragia es importante se pueden introducir una gasa mojada con agua oxigenada en la fosa nasal sangrante. El resto de las hemorragias exteriorizadas requieren evacuación a un centro sanitario.