La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo del sistema nervioso central que se caracteriza por la pérdida o degeneración progresiva de las neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra del cerebro. Como consecuencia tiene lugar una falta de dopamina en el organismo, lo que causa una falta de control del movimiento.

Aunque se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Parkinson, se considera que es debida a la combinación de factores genéticos, medioambientales y el propio proceso normal de envejecimiento.

Los síntomas característicos de la enfermedad de Parkinson son la lentitud de movimiento o bradicinesia, junto con el temblor en reposo en manos, brazos, piernas, mandíbula y cara, aunque el 30% de las personas afectadas pueden no presentarlo. También es frecuente la rigidez muscular, la inestabilidad postural y los cambios en el habla o la escritura. Muchos sujetos también pueden presentar manifestaciones no motoras como depresión y ansiedad, apatía, trastornos del sueño, deterioro cognitivo o demencia.

La edad de inicio de la enfermedad de Parkinson suele ser entre los 50 y los 79 años. Los síntomas aparecen de forma lenta e inicialmente suelen afectar un lado del cuerpo, aunque con el tiempo afectan a ambos lados. El diagnóstico se basa en la evaluación médica y la detección de los síntomas característicos, pero en ocasiones se puede realizar una tomografía computarizada o resonancia magnética para ayudar en el diagnóstico.

El tratamiento de la enfermedad de Parkinson consiste en ayudar a mejorar la capacidad funcional del paciente con medicamentos que aumentan o remplazan la dopamina. En la actualidad el tratamiento más eficaz es la combinación del precursor de la dopamina, levodopa, más carbidopa. La mejoría significativa tras la administración de este medicamento se utiliza para confirmar el diagnóstico. Otras opciones farmacológicas incluyen los agonistas de la dopamina, los inhibidores de la enzima monoamino oxidasa tipo B, los anticolinérgicos y la amantadina. Cuando el tratamiento farmacológico no funciona adecuadamente se puede recurrir al tratamiento quirúrgico como la estimulación cerebral profunda.

Es recomendable que las personas con enfermedad de Parkinson realicen tantas actividades básicas diarias como sea posible y sigan un programa regular de ejercicios. Simplificar las actividades básicas sustituyendo los botones o cordones de los zapatos por velcro o utilizar dispositivos de ayuda como tiradores de cremalleras y abotonadores, son medidas sencillas que pueden ayudar a mantener la movilidad y la autonomía.