El dolor de espalda es un motivo frecuente de absentismo en el trabajo y de consulta con el médico. Puede afectar cualquier región de la columna, desde la cervical hasta la lumbar, aunque el dolor en la parte baja de la espalda o lumbago es el más común.

Síntomas del dolor de espalda

Los principales síntomas incluyen molestias musculares, dolor punzante, dolor que irradia hacia la pierna y limita la flexibilidad, hormigueo o quemazón. Además, el dolor de espalda puede variar en intensidad, de leve a fuerte, y puede ser de tipo agudo o crónico. Se considera agudo cuando aparece repentinamente como resultado de una caída o lesión y tiene una duración menor a seis semanas, en cambio cuando el dolor dura más de tres meses se considera crónico.

La espalda está compuesta por una compleja estructura de músculos, ligamentos, tendones, discos y huesos, que soportan el cuerpo y permiten el movimiento. Problemas con cualquiera de estos componentes pueden dar lugar al dolor de espalda, aunque en ocasiones la causa se desconoce.

Causas más habituales del dolor de espalda

Entre las etiologías más frecuentes se encuentran las de tipo funcional, debidas a un sobreesfuerzo, una lesión, una caída o una mala postura, y que dan lugar a tensión muscular, espasmos musculares, presión en músculos o ligamentos o daños en los discos intervertebrales.

El dolor de espalda también puede estar ocasionado por problemas estructurales como la rotura de discos, la protuberancia o hernia discal, la inflamación articular, irregularidades en la curvatura de la columna como la escoliosis o aplastamientos vertebrales tanto traumáticos como no traumáticos. Estos problemas en ocasiones son debidos a trastornos médicos entre los que se incluyen la discopatía degenerativa, la espondilodiscitis, la osteoporosis, la artritis, la espondiloartritis anquilopoyética, problemas renales, infecciones o tumores.

Prevención del dolor de espalda

Para prevenir el dolor de espalda es importante tener una buena condición física. Algunas recomendaciones para conseguirlo incluyen la práctica regular de ejercicio, con actividades aeróbicas de bajo impacto como caminar o nadar y ejercicios para fortalecer los músculos del abdomen y la espalda, y tener un peso saludable evitando el sobrepeso. Mantener una postura erguida, evitar movimientos de rotación o presión sobre la espalda o evitar levantar cosas pesadas, y en caso de hacerlo doblar las rodillas y mantener la espalda recta, también pueden ayudar a prevenir el dolor de espalda.Es recomendable acudir al médico para que aconseje sobre los ejercicios y estiramientos más adecuados, los posibles cambios de postura o de hábitos, las opciones de terapia manual realizadas por osteópatas o fisioterapeutas, e incluso la valoración por parte de un especialista de la necesidad de tratamientos farmacológicos o quirúrgicos.