El año 1994 la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el apoyo de la Alzheimer’s Disease International (ADI), proclamó el 21 de septiembre como Día Mundial del Alzheimer. La enfermedad de Alzheimer se calcula que representa más del 60% de todas las demencias, siendo la principal causa de demencia. En España se estima que la enfermedad de Alzheimer y otras demencias afectan a más de 700.000 personas mayores de 40 años y que en 2050 se habrá duplicado el número de enfermos.

El Alzheimer es una enfermedad degenerativa progresiva que se caracteriza por el deterioro cognitivo y la demencia, debida la pérdida de neuronas y masa cerebral como resultado de la presencia de ovillos neurofibrilares y placas neuríticas. El principal síntoma de la enfermedad de Alzheimer es la pérdida esporádica de memoria, que inicialmente se manifiesta con una mayor dificultad para registrar nueva información. Con el tiempo también se ven afectados aspectos del lenguaje, habilidades visuoespaciales, capacidades constructivas, praxis motoras y funciones ejecutivas, y la mayoría de los enfermos también presenta síntomas psicológicos y conductuales.

Algunas señales de advertencia de la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia incluyen cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana, dificultad para planificar, resolver problemas o desempeñar tareas habituales, desorientación de tiempo o lugar, dificultad para comprender imágenes visuales y la relación entre objetos y con el ambiente, problemas con el uso de palabras habladas o escritas, colocación de objetos fuera de lugar y dificultad para recordar dónde estaban, disminución o falta del buen juicio, pérdida de iniciativa y cambios de humor o personalidad.

Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, así que con la evolución de la enfermedad hay una pérdida progresiva de autonomía en las actividades habituales de la vida diaria. En la actualidad no existe cura para esta enfermedad, por lo tanto, un diagnóstico precoz es fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen y ralentizar el proceso de deterioro.

Aunque se desconocen las causas exactas de la enfermedad de Alzheimer, existen factores de riesgo modificables de desarrollar esta enfermedad como el riesgo cardiovascular, el tabaquismo, la obesidad, la anemia o la depresión. Llevar una vida social activa, hacer ejercicio, comer de forma saludable y poner retos al cerebro con juegos de memoria, lectura o estudios pueden ayudar a reducir el riesgo de tener Alzheimer.